Nuevos aires recorrían la parte de la Penísula Ibérica llamada España. Las bestias rapaces que depredaban contra el rebaño-estado ya no eran de las denominadas trabajadores. Se empezaba a notar un nuevo tipo de depredación: la del empresario. Muchos de ellos, formando grandes manadas, se unían a la caza del botín en forma de dinero. Se veían familias enteras de depredadores, que hasta entonces habían sido blanco de otros depredadores, saqueando y destrozando en su busqueda insaciable de resultados. Fueron los de la familia de los transportistas, los de la familia de la enseñanza privada, los de los grandes terrenos de cultivo... y una vez se hubieron puesto en marcha, no hubo nada que pudiera frenarlos.
Estaban hambrientos y su naturaleza era mucho más depredadora que la de cualquier otra raza de la península...
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